Desde hace años se manifiesta la necesidad de que República Dominicana afronte con mayor responsabilidad los desastres naturales, no sólo desde lo estatal, sino también por parte de la ciudadanía.
Hoy 4 de agosto del 2021 se cumplen 75 años del terremoto más grande en la historia de nuestro país (8.1 grados en la escala de Richter) y que se tiene registro, ocurrió en 1946, a las 12:51 pm, en Samaná. Aproximadamente 100 personas murieron a causa del sismo, 20,000 quedaron sin hogar y cerca de 2,000 personas murieron por el tsunami, que generó el terremoto, en la Bahía Escocesa. Una réplica ocurrió 4 días después, de 7.6 grados (mayor al terremoto de Haití en 2010).
El 14 de junio del 2021, a 51 km de Punta Cana, se registró un sismo de 5,0 grados en la escala de Richter a las 6:15 de la mañana. Ese fue el ‘buenos días’ de muchos, sin embargo, aunque la tierra siempre está en constante movimiento y las placas técnicas en constante reajuste, se ha desencadenado un enjambre de sismos desde la fecha.
El 17 de junio del 2021, siendo las 5:23 de la mañana y esta vez a 50 km de Punta Cana, se registra un nuevo sismo de una magnitud considerable; 4.4 grados. Sumándole 19 temblores más, en menos de 24 horas.
Tenemos una actividad sísmica que por nuestra zona geográfica podría resultar “normal”, y que por temporadas son recurrentes este tipo de enjambres sísmicos, pero surge la pregunta, ¿estamos preparados para un sismo de gran magnitud? La respuesta podría ser no sabemos, pero lo que sí está claro es que no tenemos los avances tecnológicos de Chile, Japón, México y otros países con gran actividad sísmica.
Compromiso del Estado
¿Qué hace el Estado para garantizar daños y pérdidas mínimas en caso de un terremoto de gran magnitud?
El Estado debe garantizar una infraestructura moderna, y resistente para evitar caos mayor en caso de un terremoto de gran magnitud, también debe educar a la población sobre el antes, durante y después de un sismo, así como garantizar el cumplimiento de los procesos de análisis de suelo en construcciones tanto del sector privado como del sector público.
Incrementar la realización de simulacros y continuar los análisis para la implementación y factibilidad de alarmas antisísmicas.
Estamos obviando los fenómenos naturales que hasta el momento no son predecibles y que no tienen una temporada específica. Estamos obviando aquellos fenómenos que en cuestión de segundos puede destruir un sin número de vidas e infraestructuras.
Anécdota personal
Hace 3 años, mi hermanita fue orientada a salir corriendo en caso de un terremoto. Esta orientación fue dada en una charla previa a un simulacro realizado por el departamento de psicología de su escuela.
Como dato importante, la gravedad disminuye durante un terremoto, por lo que nuestros cuerpos se sienten más pesados y pueden ser atraídos por el suelo, y por ende correr durante un terremoto resultaría fatal, principalmente en las escuelas, llenas de niños y con poco personal.
Eduquemos más y temamos menos.
Evander Rojas Beato
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